La colonización avanza imparable. Tras Halloween, parece ser que nuestra consumista sociedad se ha rendido ya ante esa fiesta de las compras que es el Black Friday. Sin embargo, parece que el Día de Acción de Gracias o el Día de Martin Luther King todavía no terminan de despegar en España. Pero tiempo al tiempo. En este post voy a analizar como ha reaccionado el sector del automóvil a esta nueva moda del Black Friday.
El de la venta de coches es un sector excesivamente inmovilista. Los vendedores de coches no son muy amigos de los experimentos y suelen machacar hasta la extenuación las fórmulas y técnicas de probada eficacia. El miedo al cambio es uno de los mayores lastres que impiden al sector crecer con mayor progresión. Por eso no me extraña nada que en muchos concesionarios no se hayan enterado aún de que hay un nuevo hito en el calendario comercial que no se puede dejar pasar: el Black Friday.
La costumbre de hacer grandes descuentos el viernes posterior al jueves de Acción de Gracias procede de Estados Unidos. Y es que estos genios del marketing comprobaron que sus cuentas de resultados podrían mejorar mucho si aprovechaban un puente largo para que la gente se dedicase a comprar. La idea se basaba en adelantar las compras de la cercana Navidad a base de atractivos descuentos. Y aquel impulso dio resultado, ya que los centros comerciales se vieron atestados de gente.
Esta costumbre del Black Friday se ha importado a España hace un par de años, impulsada en gran medida por los gigantes de la distribución. Sin embargo, los concesionarios de coches son más reacios a estas innovaciones, sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de negocios se mueven por unos objetivos de ventas que deben ser cumplimentados anualmente. Y si un concesionario no tiene ya encaminado en el mes de noviembre su objetivo, probablemente no sea capaz de alcanzarlo a final de año, con lo que los descuentos no tienen ya sentido. Tal vez sea este el motivo por el que el Black Friday no termina de implantarse en la venta de coches, ya que son pocos los fabricantes y concesionarios que han lanzado ofertas especiales con motivo de estas fechas.
Las marcas que sí que ofrecen descuentos por el Black Friday
La pionera en esto de ofrecer descuentos especiales por el Black Friday fue SEAT. El año pasado ya lanzó una oferta que este año también ha sido secundada por su marca hermana: Skoda. Las dos marcas pertenecientes al Grupo Volkswagen son las que mejor han publicitado sus promociones especiales. Pero no son las únicas.
Otros fabricantes como Citröen, Fiat, Renault, Dacia, Kia o Ford también anunciaron que durante esta semana que está a punto de acabar realizarían campañas promocionales puntuales con motivo del fin de semana del Black Friday. En algunas ocasiones se trata de descuentos para modelos en stock. Aunque la versión que en general prefieren las marcas es la de los regalos de equipamientos o financiaciones con intereses subvencionados.
Por otra parte, es posible que a nivel local un concesionario en concreto de cualquier marca haya decidido impulsar puntualmente sus ventas mediante campañas publicitarias a nivel local en la que se promocionan determinadas ofertas. Al fin y al cabo, cada establecimiento está en su perfecto derecho de hacer en su casa lo que estime oportuno.
El Black Friday en un concesionario de antaño
En mi época, el Black Friday tenía lugar cuando era fiesta local en alguna de las ciudades cercanas a la mía. En un tiempo en el que la palabra crisis no existía, los días de mayor afluencia de público y mejores ventas eran los feriados en las ciudades cercanas. Se trataba de una época en la que el nivel de ventas era muy elevado y los concesionarios de nuestra zona no se esmeraban mucho a la hora de atender a su clientela. Por eso muchos compradores de localidades limítrofes aprovechaban un día de fiesta o de fin de semana para acercarse hasta nuestro concesionario, en donde sabían que obtendrían mejor servicio y también interesantes ofertas económicas.
Esas fechas las teníamos marcadas en el calendario y nunca se le daba vacaciones a ningún vendedor porque sabíamos que habría colas de posibles compradores dispuestos a ver el coche que querían.
Incluso recuerdo algún año en el que no pude salir ni a comer, ya que no dejaba de entrar gente y no parábamos de firmar pedidos. Lo triste es que esa bonanza no duró muchos años. De hecho, supe que la crisis estaba a punto de llegar cuando fueron pasando varias fiestas locales en las provincias vecinas sin que apenas viniesen más que uno o dos clientes de fuera. Entonces me percaté de que estábamos ante un cambio de era. Y la adaptación a esa nueva realidad fue dura y costosa.